Cómo un niño persistente de 14 años se convirtió en un galardonado fotógrafo de aves

Como primer ganador del premio juvenil de los ԹϺ Photography Awards proveniente de Suramérica, Camilo Sanabria Grajales quiere documentar las aves para enseñarle a la gente la importancia de cuidarlas.
A young person stands in front of a camera with a long lens, binoculars are hanging from his shoulders.

En Colombia, ver un azulejo común no es nada del otro mundo. Se les puede encontrar posados en cables eléctricos, volando sobre cultivos y merodeando por las carreteras, los árboles y los jardines de las ciudades. Pero para Camilo Sanabria Grajales, de 14 años, esta humilde especie es la que cambió su vida.

Tenía seis años cuando vio a este pájaro, una bolita pequeña, posado en un árbol cerca de donde estaba en el Ecoparque Las Garzas, un vestigio de los bosques secos y humedales de Cali, ciudad del sur de Colombia donde entonces vivía con sus padres y tres perros. A través de unos binoculares viejos y prestados, vio tonos de azul tan brillantes que sus ojos se transformaron. 

“Yo pensaba solamente que había palomitas grises. Estaba así, literalmente, con esa imagen. Pero cuando vi un ave con esos colores tan azules, yo dije, ‘Uy, bueno’”, recuerda Sanabria Grajales. Cuando miró una guía de campo por primera vez, los matices aparentemente infinitos de los pájaros captaron su mirada, y desde entonces no ha podido apartarla.

Al igual que Ash Ketchum, el niño que intenta atrapar todos los Pokémon en el programa del mismo nombre, Sanabria Grajales quiere capturar todas las aves que pueda con el lente de su cámara. Hasta ahora, ha documentado al menos 400 especies de aves en toda Colombia. Espera que los resultados de sus esfuerzos lleguen a personas de todo el mundo, no para llamar la atención, sino para educar a otros sobre la importancia de proteger la vida silvestre que tanto ama.

“Existen quienes enseñan, graban y comparten, pero no por fama, sino por conciencia”, dijo recientemente en un vídeo compartido con sus casi 2500 seguidores en  y . “La naturaleza no es un adorno, es lo que sostiene la vida”. 

Su plan parece estar funcionando. Este año, su foto de una Reinita Gorginaranja ganó el premio juvenil de la primera edición de los Premios de fotografía de ԹϺ que incluyeron participaciones de Chile y Colombia. Pero no solo obtuvo el premio a la mejor fotografía: el impresionante retrato que Sanabria logró de unZambullidor común también obtuvo una mención honorífica en la misma categoría. 

Su camino hasta ese momento le supuso un gran esfuerzo. Tras ver por primera vez el ave que “encendió su chispa” en 2017, el joven Sanabria Grajales comenzó a anotar en un cuaderno todas las aves que veía. “Empezamos sin ningún equipo”, dice desde el estudio de su casa, decorado con sus fotos y pinturas de aves. Germán Sanabria, padre de Camilo, cuenta que la pasión de su hijo por las aves pronto empezó a cambiar las rutinas de su familia, hoy en día, lo normal es que pasen los fines de semana en la naturaleza. “Vimos que a él le empezó a gustar mucho el tema, y seguimos llevándolo a actividades de observación de aves”. 

Uno de sus lugares favoritos era, y sigue siendo, el Kilómetro 18, un tramo de la carretera que conecta Cali con el puerto de Buenaventura. Allí, el calor tropical de la ciudad da paso al frío del bosque de niebla  y a una biodiversidad asombrosa, entre la que se encuentra el Tangara Multicolor, una especie endémica de Colombia y amenazada a nivel mundial, que además es el pájaro favorito de Sanabria Grajales. Durante sus visitas, solía ver a fotógrafos con sus “camarotas grandísimas” y les pedía ver sus fotos. “Obviamente, pues eran unas fotazas”, dice. Enseguida intentó recrearlas con el celular de su madre. “Obviamente, salía mal”.

A los siete años, estaba obsesionado con conseguir una cámara. Le pidió a sus padres, amigos y familiares que no le regalaran nada por su cumpleaños ni por Navidad y que, en cambio, le ayudaran para ahorrar dinero. Ahorró durante un año, pero unos días después de que finalmente consiguiera su nuevo equipo, en 2020 comenzó el confinamiento por la COVID-19. Durante casi un año, solo tomó fotos desde su balcón de cucaracheros, golondrinas comunes y, por supuesto, palomas. 

Cuando al fin pudo regresar al Kilómetro 18, estaba buscando colibríes cuando tropezó y se cayó. Aunque el lente de su nueva cámara se rompió, siguió decidido. Volvió a reunir el dinero suficiente para comprar uno de repuesto, más barato. En 2021, se unió a Guardián de las Aves, un grupo para niños creado en 2019 por los fotógrafos colombianos de naturaleza Niky y Mauro. Allí se unió a un comité educativo compuesto por 22 personas que se reunía en línea y tenía un chat grupal para planificar el contenido de las redes sociales y reunirse en persona para hacer expediciones guiadas.

Con la ayuda del grupo, sus conocimientos sobre fotografía de aves crecieron exponencialmente y también creció su frustración con su lente caprichoso. Cuando regresó de un viaje a los llanos orientales de Colombia sin una sola foto de la que se sintiera orgulloso, decidió vender  el objetivo barato. Inspirado por , un joven fotógrafo de vida salvaje que también es de Cali, se “obsesionó” con el objetivo Sigma 150-600 mm. “Veía miles de veces el mismo vídeo de Youtube”, dice. Pero había un problema: el objetivo era más caro que cualquier equipo que hubiera comprado hasta el momento. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Entonces, empezó a ahorrar dinero una vez más. Además de la estrategia de no comprar regalos, Sanabria, entonces un niño de 12 años, organizó una rifa y vendió un trampolín. También vendió una consola Wii y una PlayStation que apenas usaba. Unos días después de conseguir el nuevo lente, le rogó a su padre que lo llevara al lago Calima, un embalse cercano a la nueva casa de la familia (se habían mudado después de la pandemia). Al atardecer, tomó una de sus fotografías premiadas. “Ahí, literalmente, cambió todo”, recuerda.

Con la ayuda de su madre, Camilo escribe, graba y edita vídeos para las redes sociales en los que comparte conocimientos sobre aves, ofrece consejos para una vida sostenible y da recomendaciones a otros jóvenes fotógrafos desde su cuenta @camielazulejo (una combinación de su nombre y el Thraupis Episcopus que cambió su vida). Además de utilizar las redes sociales para compartir su mensaje de conservación, también ha participado en talleres y paneles, como la Feria de Aves de Colombia y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16) del año pasado, que tuvo lugar en Cali. “No es solamente fotografiar aves”, afirma. “Sino de dar a conocer la biodiversidad que tenemos en nuestro país o en el mundo”.

Cuando sea mayor, Camilo Sanabria Grajales quiere convertirse en fotógrafo profesional e “influencer de aves” para poder conectar a las personas con la naturaleza y ayudar a evitar el colapso ecológico. También sueña con crear una empresa de ecoturismo o quizá convertirse en guía de observación de aves. Hace unos meses, visitó La Guajira, en Colombia, una zona desértica y escarpada que forma el extremo norte de Sudamérica. Allí fotografió un ave de ensueño: los flamencos. Mira hacia su futuro y ve un horizonte de posibilidades: “No hay nada que pueda frenarme”.